Me gusta sentirlos cerca, revoloteando coquetos, conquistando a su amor que los observa desde la rama más alta.
Estos días su pico no es naranja sino amarillo brillante, como el sol de primavera. Han pasado el invierno ensayando los trinos que ahora exhiben, todo esfuerzo es poco para conseguir el amor eterno de su elegida, ellos no son como otros pájaros, los mirlos se emparejan para siempre.
Estiro mis brazos para dar mejor cobijo a su amor, vuelo con ellos aunque mis raíces de haya centenaria me sujeten al suelo.
